Él respondió: La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí… La serpiente me engañó, y comí –contestó ella. GÉNESIS 3.12-13
El problema se ha estado manifestando desde el principio del tiempo. Cuando fueron confrontados con su pecado en el huerto del Edén, Adán y Eva se culparon uno al otro, a Dios y al diablo. Esta poca disposición a asumir responsabilidad personal intentando culpar a cualquier persona y cosa que pudiera ser conveniente, es una importante causa para no vivir triunfantemente. Mientras estaban en el desierto, los israelitas se quejaban de que todos sus problemas eran culpa de Dios y de Moisés. Ese fue uno de los principales factores que les mantuvo vagando por el desierto durante cuarenta años, cuando podrían haber estado viviendo en la tierra prometida.
No hay nada más emocionalmente doloroso que afrontar la verdad acerca de sí mismo y de sus actos. Debido a que es doloroso, la mayoría de las personas huyen de ello. Admitir los propios errores y fracasos es difícil, pero es el único camino a la libertad.
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