Refiriéndose a los dos toques impartidos por Cristo al ciego de Betsaida para devolverle la vista (Mr. 8:22-25), el pastor Darío Silva-Silva hace el siguiente lúcido comentario: No basta ver, es necesario ver con claridad… el primer toque de Jesús le da la vista; el segundo le da la visión. La visión es, entonces, ver con claridad, a lo cual cabría añadir que no es lo mismo «vista» que «visión». La vista es física. La visión es espiritual. Al respecto la Biblia dice: Donde no hay visión, el pueblo se extravía… (Pr. 29:18), lo cual explica por qué el profeta era llamado también «vidente» en las Escrituras (l S. 9:9), pues era quien tenía la visión de Dios. Pero, ¿qué es finalmente la visión? Laura Bergman responde de manera sencilla: Es la imagen convincente de un futuro alcanzable. La visión no es, pues, un proyecto utópico, sino una profunda disconformidad con lo que es y una clara comprensión de lo que puede ser (J. Stott), que incluye entonces un enfoque optimista del futuro, pero también la dirección e inspiración de Dios, y el liderazgo del creyente como agente dinámico y positivo de cambio. La fe es, por tanto, crucial para la realización de la visión ya que: La fe es el punto de visión clara que orienta la percepción de la entera realidad (Juan Mateos), Y la visión es la que otorga finalmente sentido a nuestra existencia, pues: la vida del hombre consiste en la visión de Dios (Ireneo de Lyon). Por todo ello, es necesario que la Iglesia recobre la pasión, la dirección y la visión de los grandes hombres de Dios en la Biblia, tales como la visión de la fe, de Abraham (Gén. 15:1, 5-6); la de la prosperidad, de Jacob (Gén. 28:12-22); la de la libertad, de Moisés (Éxo. 3:1-10; Jn. 8:32, 36), reiterada por el apóstol Pablo (Gál.5:13)-; la de la victoria, de Eliseo (2 R. 6:15-18; Rom. 8:31; I Jn. 4:4); la de la justicia social, de profetas como Amos y Oseas; la del poder de la resurrección, de los discípulos de Emaús (Lc. 24:13-18, 25, 31); la de la gloria de Dios, de Esteban (Hc. 7:54-60); la de la evangelización, de Pablo (Hc. 9:1-6, 15); y la de la segunda venida del Señor, de Juan (Apo. 22:7, 12, 20; 2 Tim. 4:8). Solo así veremos su cumplimiento como lo declaró Habacuc: la visión se realizará en el tiempo señalado… no dejará de cumplirse…espérala; porque sin falta vendrá.
HABACUC 2:3
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