Cuando cedemos lo que queremos y aceptamos lo que Dios quiere, pasamos de vivir por sentimientos a vivir por fe.
26 de septiembre de 2024
Con demasiada frecuencia dejamos que las circunstancias determinen nuestra actitud. Si la vida transcurre sin problemas, nos sentimos bien, pero cuando se pone difícil, nuestro estado de ánimo decae. Sin embargo, no tenemos por qué vivir así. Al igual que el apóstol Pablo, podemos aprender y practicar el contentamiento.
La palabra contentamiento describe estar en paz, sin importar cómo sean las cosas; en otras palabras, no querer que nada sea diferente. Significa aprender a permitir que el poder de Dios entre en nuestra debilidad para que podamos aceptar y adaptarnos a las circunstancias cambiantes. Cuando respondemos a la vida con ese tipo de pensamiento, pasamos de vivir por sentimientos a vivir por fe ( 2 Cor. 5:7 ).
Para llevar una vida así se necesita sumisión y confianza. En primer lugar, debemos rendirnos a Dios. En cada situación, debemos ceder a lo que queremos y luego aceptar lo que Él permita. El segundo paso es confiar en que Dios supervisará nuestra situación específica. Si creemos que Él está llevando a cabo Su plan perfecto para nosotros, entonces experimentaremos el gozo que proviene de confiar plenamente en Él. Estaremos satisfechos.
Pablo sometió su vida a Dios y confió en Él. Enfrentó insultos, rechazo y muchas pruebas difíciles, pero aun así se sintió satisfecho. Cuando le entregamos el control al Señor y creemos que Él tiene en mente nuestro mejor interés, también experimentaremos satisfacción
Comments are closed