¡Tú puedes ser ese siervo!
Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. El les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Al dar esa definición de grandeza, eso significa que todos podemos ser grandes, porque todos podemos servir. Usted no debe tener un grado universitario para servir. Usted no tiene que hacer que coordinen el sujeto y predicado para servir. Usted no tiene que conocer sobre Platón y Aristóteles para servir. Usted no tiene que conocer sobre la teoría de relatividad de Einstein para servir. Usted no tiene que conocer sobre la segunda ley de termodinámica para servir. Sólo necesita un corazón lleno de la gracia de Dios. Un alma generada por el amor. Y usted puede ser ese siervo.
Conozco a un hombre que no tenía ninguna de las cosas que el mundo asociaría con grandeza. No tenía credenciales salvo él mismo. Han pasado veinte siglos y él permanece hoy como la persona más influyente que ha entrado en la historia humana.
Todos los ejércitos que se han formado, todos los parlamentos que se han votado, todos los reyes que han reinado, unidos no han afectado la vida del hombre tanto como la vida de Jesús. Pero yo los escucho hablar de él. Le dicen Rey de Reyes, Señor de Señores; los oímos decir que en Cristo no hay frontera, sino una gran confraternidad de amor a través del mundo entero. Él no tenía nada. Él sólo se dedicaba a servir y hacer el bien.
Atentamente/Director
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